Mitos y verdades

Mito:

Los paquetes de productos ultraprocesados ya tienen información clara, visible y veraz en el frente de los empaques con el etiquetado Guías Diarias de Alimentación - GDA que voluntariamente pone la industria.

La evidencia muestra que el etiquetado GDA no es fácilmente comprensible para las personas. Requiere conocimientos en nutrición y realizar fórmulas matemáticas que toman demasiado tiempo. Además, datos como los tamaños de la porción pueden ser puestos a conveniencia por los productores de los comestibles, lo que genera más confusión en los consumidores. De otra parte, la información reportada en el GDA es idéntica a la que se presenta en la tabla nutricional.

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Mito:

Los genes son el principal determinante de la aparición de la obesidad y enfermedades crónicas.

De acuerdo con la evidencia actual, los factores genéticos no son una causa mayor de obesidad, debido a que la composición genética de los seres humanos ha permanecido estable desde hace muchas generaciones (1,2). Si bien existen factores genéticos que incrementan la susceptibilidad de padecer obesidad, la actual epidemia de esta condición crónica se explica principalmente por factores contextuales vinculados con el incremento de la ingesta calórica de comestibles no saludables y la inactividad física (3,4).

Si bien varios genes están involucrados en la obesidad de origen poligenético, esto no significa necesariamente que sus portadores padecerán esta condición crónica, debido a que los patrones saludables de vida y un ambiente favorable que los soporte contrarrestan el efecto de los mismos (5-7).

Mito:

La publicidad ya está regulada en Colombia, por lo que no puede decir mentiras.

La normativa vigente sobre regulación de publicidad en Colombia <sup>(8,9)</sup> no es lo suficientemente amplia para proteger los derechos de las niñas, niños y adolescentes porque:

No establece restricciones específicas sobre el tipo de productos que pueden ser publicitados a niñas, niños o adolescentes, tal como lo establece la OMS (10).

Además del bajo estándar de protección que establece el Decreto 975 de 2014, este no ha mostrado ser efectivamente implementado. De acuerdo con el mismo Decreto, la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), las alcaldías municipales y las demás autoridades con competencias de protección al consumidor son las encargadas de tramitar las quejas relacionadas con los derechos que tienen las niñas, niños y adolescentes como consumidores. Aunque el Decreto entró en vigencia en julio de 2014, aún no se conocen casos de implementación de esta norma (10).

Dicho decreto permite que los productos comestibles ultraprocesados publiciten solo una parte de la verdad, sugiriendo que son saludables aun cuando no lo son. Por ejemplo, les permite incluir imágenes de alimentos naturales en el etiquetado, empaquetado y material promocional, aun cuando tengan cantidades mínimas o insuficientes de dichos alimentos naturales, o contenidos en exceso de nutrientes críticos. Además, esta normatividad no establece ninguna restricción en cuanto al uso de personajes infantiles o incentivos como premios o concursos que fomentan el consumo habitual de productos comestibles no saludables.

De esta forma, cuando se dan este tipo de estímulos por la compra de un determinado producto, logran influir en la decisión de compra de una niña o niño que todavía no tiene las herramientas para reconocer si los alimentos o bebidas que promocionan los medios de comunicación son nutritivos y buenos para su salud.

Mito:

Los productos comestibles ultraprocesados no son los culpables. La falta de actividad física y las dietas inadecuadas son las verdaderas responsables. El control del peso corporal es un asunto de “calorías que se ingieren vs. calorías que se queman”.

La evidencia muestra que la actual epidemia de obesidad se debe principalmente a un incremento de la ingesta calórica (16), la cual se ha dado a expensas de productos comestibles ultraprocesados (17-19).

La evidencia científica, proveniente de múltiples estudios epidemiológicos, indica que la reducción del consumo calórico es más efectiva para evitar la ganancia de peso que la efectividad que puede tener el incremento del gasto calórico proveniente de la actividad física (21,22).

La actividad física tiene grandes beneficios para la salud, pero no debe ser utilizada como una manera de incentivar el consumo de bebidas azucaradas. Existe un amplio consenso científico acerca de los múltiples efectos nocivos que tiene para la salud el consumo excesivo de azúcar (23). Debido a esta situación, la actividad física no puede contrarrestar todas las consecuencias negativas derivadas del consumo de productos que contienen los azúcares libres.

La actividad física no está entre los 10 primeros factores de riesgo de mortalidad y discapacidad en Colombia (24).

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Mito:

Muchos platos típicos colombianos contienen más calorías que una gaseosa y una porción de cereal de caja.

Los altos contenidos de azúcares que están presentes en una gran cantidad de productos comestibles ultraprocesados altera el metabolismo corporal porque afectan la producción de insulina, la acumulación de grasa corporal, el colesterol y diversos metabolitos que causan un incremento de la presión arterial y de los procesos inflamatorios, siendo estos el primer paso para la aparición de muchas enfermedades no transmisibles asociadas a la alimentación. Estos cambios biológicos incrementan el riesgo de diabetes, enfermedad cardiovascular, caries dental y enfermedad hepática (11,12).

Los efectos metabólicos de consumir kilocalorías provenientes de bebidas azucaradas y productos comestibles ultraprocesados no pueden ser comparadas con las calorías obtenidas en los alimentos no procesados. Los alimentos naturales son realmente saludables porque aportan vitaminas y minerales fundamentales para un buen desarrollo (13). Los alimentos naturales aportan adicionalmente, otros macronutrientes fundamentales para promover la salud a largo plazo (14).

Los patrones alimenticios saludables basados en cereales integrales, frutas, verduras y grasas saludables traen mas beneficios para la salud, en lugar de las consecuencias negativas de un solo alimento o grupo de alimentos, especialmente productos que estimulan la mayor actividad de la región de recompensa del cerebro como dulces (altos en azúcar) o papas fritas saladas (altas en grasa y en sodio) (15).

El consumo de productos ultraprocesados causa exceso en el consumo calórico y aumento de peso, comparado con una alimentación basada en alimentos naturales (no procesados). mínimamente procesados (16).

Mito:

La industria está haciendo un gran esfuerzo para reformular sus productos, disminuyendo los niveles de sodio y eliminando las grasas Trans en los productos. Estos procesos de reformulación también incluyen su fortificación con varios micronutrientes que tienen beneficios para la salud.

La reformulación asume que la modificación en el contenido de moléculas o nutrientes va a generar productos saludables. Esta estrategia es utilizada por la industria para promocionar sus productos, a través de declaraciones de salud engañosas. Por ejemplo: Muchos cereales listos para el consumo declaran no contener grasas trans, pero sus niveles de azúcares libres son muy elevados (25). Adicionalmente, aunque la industria de comestibles afirma que ha retirado las grasas trans del mercado, un estudio encontró que aún existen productos con estas grasas (26).

A la fecha, no existe evidencia científica que sustente que el consumo de nutrientes en forma aislada o ‘nutrientes aislados’ puede contribuir a la nutrición y a la salud de las personas, con la misma efectividad que el consumo del mismo nutriente cuando este hace parte naturalmente de un alimento (27). La evidencia muestra que las necesidades nutricionales deben ser cubiertas principalmente a partir de alimentos con alta densidad nutricional, es decir, por medio de alimentos reales como frutas, verduras, leche, etc., los cuales tienen altos contenidos nutricionales que tienen efectos positivos en la salud (14).

Algunos estudios sugieren que diversos aditivos utilizados en los productos comestibles ultraprocesados, como los emulsificantes, pueden afectar el microbiota, incrementando el riesgo de colitis crónica y síndrome metabólico (28). Así mismo, otros aditivos que resaltan los sabores de los productos comestibles ultraprocesados pueden propiciar un consumo compulsivo del producto (25).

Diversas estrategias de reformulación implementadas por la industria disminuyen un componente que es nocivo y lo cambian por otro que genera igual o más daño. Esto ocurre cuando las grasas son reemplazadas por azúcares libres o las grasas trans son reemplazadas por las grasas saturadas (29).

Mito:

La publicidad no es la que influye en lo que comen las niñas, niños y adolescentes; son las madres y los padres los únicos responsables de lo que comen sus hijas e hijos

La industria de productos comestibles ultraprocesados invierte billones de dólares a nivel global en estrategias de publicidad dirigidas a influenciar a las personas para que adquieran sus productos y, sin embargo, las culpabiliza por no tener control en sus patrones de consumo. Estas estrategias de mercadeo y publicidad afectan de una manera significativa la toma decisiones de las personas, al generar un ambiente alimentario caracterizado por el predominio de opciones no saludables, limitando el nivel de autonomía de las personas (28).

La población infantil es extremadamente vulnerable al mercado de comestibles y bebidas no saludables (32 y 33). Desde el punto de vista del desarrollo, las niñas y niños no reconocen las intenciones comerciales que existen detrás de las estrategias de mercadeo, carecen de conocimiento nutricional y están altamente motivados por recibir gratificación inmediata, sin sopesar las consecuencias que tienen los comportamientos a largo plazo (31).

La información actual que da el etiquetado, empaquetado y publicidad de productos comestibles ultraprocesados es difícil de entender aún para los adultos, justamente porque la regulación actual permite que puedan poner imágenes de alimentos naturales que los hacen parecer saludables y que puedan resaltar cuando tienen nutrientes agregados, sin que se les exija declarar de manera clara cuándo son altos en azúcares, sodio o grasas, o si tienen edulcorantes u otro tipo de aditivos dañinos para la salud. Además de que el común de las personas desconoce que NO existe evidencia científica que sustente que el consumo de nutrientes en forma aislada contribuye a la nutrición y salud de las personas, con la misma efectividad que el consumo del mismo nutriente cuando este hace parte naturalmente de un alimento.

La población infantil tiene cada vez más autonomía en sus gastos de bolsillo. Esto es particularmente notorio en el caso de las tiendas escolares. Las tácticas de mercadeo de compra de productos, como su ubicación a la altura de los ojos de los niños, el empaque atractivo y el uso de juguetes como incentivo, aumentan el deseo inmediato de adquirir los productos e incrementa la presión de los padres para comprarlos (31).

La población infantil consume más los productos promocionados y desarrollan preferencias perdurables para ellos, los cuales juegan un papel en la formación de su identidad propia y hábitos alimentarios de por vida (31).

Mito:

Implementar medidas como el etiquetado frontal de advertencia, la restricción de la publicidad o los impuestos a las bebidas azucaradas afectará la economía del país, particularmente a los tenderos.

Estas medidas se caracterizan por ser costo-efectivas, es decir, no solo logran el objetivo de fomentar hábitos alimentarios saludables, sino que, además, tienen la mejor relación costo-beneficio.

De hecho, estas medidas ayudarían a reducir un gasto importante para el país, pues actualmente:

  • Al sistema de salud le cuesta 25 billones de pesos anuales tratar enfermedades como la obesidad, diabetes u otras enfermedades no transmisibles.
  • Sólo en el 2013 se gastaron $740.000 millones por diabetes atribuible al consumo de bebidas azucaradas.
  • Medidas como los impuestos saludables tendrían un beneficio adicional, pues además de contribuir con la reducción del gasto asociado a las enfermedades, pueden generar un recaudo de 1% del Producto Interno Bruto (PIB).
  • Informes nacionales han mostrado que, por ejemplo, la venta de bebidas azucaradas no está ni dentro de los 50 productos más vendidos, ni dentro de los 50 productos más rentables para las tiendas de barrio y en otros países donde se ha implementado medidas como el impuesto a estas bebidas, no se ha visto que este haya sido el responsable de afectaciones económicas

Mito:

Esto es un problema de tipo individual que se resuelve con educación.

La evidencia científica muestra que estos no son problemas de tipo individual, que se puedan resolver con estrategias informativas y educativas, como lo propone la industria de alimentos y bebidas, sino que requiere de un trabajo intersectorial y de la adopción de un marco de política pública que acoja las recomendaciones de la de la Organización Mundial y Panamericana de la Salud.

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Referencias:

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2. Veerman JL. On the futility of screening for genes that make you fat. PLoS Med. 2011;8(11):e1001114
3. Rappaport SM. Genetic factors are not the major causes of chronic diseases. PLoS One. 2016; 11(4):e0154387.
4. Story M, Kaphingst KM, Robinson-O’Brien R, Glanz K. Creating healthy food and eating environments: Policy and environmental approaches. Annu. Rev. Public Health 2008. 29:253–72
5. KilpelinenTO, Qi L, Brage S, et al.Physical activity attenuates the influence of FTO variants on obesity risk: a meta-analysis of 218,166 adults and 19,268 children. PLoS Med. 2011;8:e1001116.
6. Qi L, Cho YA. Gene-environment interaction and obesity. Nutr Rev. 2008; 66:684-94.
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8. Colombia. Congreso de la República de Colombia. Ley 1480 de 2011 por medio de la cual se expide el Estatuto del Consumidor y se dictan otras disposiciones. Diario Oficial, 48220 (Oct 12 2011).
9. Colombia. Ministerio de Comercio, Industria y Turismo. Decreto 975 de 2014 Por el cual se reglamentan los casos, el contenido y la forma en que se debe presentar la información y la publicidad dirigida a los niños, niñas y adolescentes en su calidad de consumidores. Diario Oficial, 49166 (May 29 2014).
10. Guarnizo D. Sin reglas ni controles: regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a menores de edad. 2017. Bogotá.
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